jueves, 1 de agosto de 2019

Mentolatum

(DE DISQUINESIAS TEXTUALES)
Fotografía propiedad de Luis "Adherido", más conocido como Lucho Pegao.  

Me pregunto qué es lo realmente contingente hoy, cuál es esa contingencia de la que se habla, esa actualidad informativa, ese saber noticioso que adopta luego condición de opinión pública, supuestamente.
Me lo pregunto, porque necesito escribir una columna de opinión sobre algo, algún tema, para publicarlo en una portal de noticias de una radio de Casablanca. Y cada vez que voy a empezar o intento hacerlo, siento que perdí el habla, el habla escritural en ese contexto manido y ultrajado al que llamamos contingencia o esa realidad informativa construida por los mass media, evidentemente coludidos, aquí y en la quebrá del ají.
Tal vez por eso es que tiendo a sumergirme en la ficción, en la búsqueda de una verdad literaria que transite por ese camino secundario, calle de tierra, con calamina y hoyos que hacen trizas los paquetes de amortiguadores de los automóviles de mis amigos de infancia, que ahora trabajan para alguna tienda del retail, empresa de telefonía celular o lo que sea con tal de presumir cierto crecimiento o éxito bursátil o material. Algunos. No todos. Una vía alternativa, en la que pese a su precariedad yo siento que puedo transitar con armonía y dignidad.
Entonces, mi problema, es lo siguiente: Estoy ahora frente a mi polvoriento notebook, escuchando parte de la banda sonora de Twin Peaks, después de leer las primeras diez páginas de “Los muertos”, de Álvaro Bisama, que, dicho sea de paso, fue vecino mío acá en Villa Alemana hace ya varios años y además mi profesor informante de tesis. Yo soy periodista. Salí de la Upla. ¿Sobre qué escribo entonces? ¿De los “actos terroristas” en Santiago, la nimiedad de la programación de la caja idiota chilena, de los triunfos de Garín y Jarry, del crimen del profe Nibaldo, de los patipelados, de los políticos corruptos, los oficiales ladrones de las Fuerzas Armadas, Venezuela, Trump, los curas pedófilos, el eclipse de sol, el hombre en la luna, la tierra plana, la pelota cuadrada de Kiko...? De qué hablo. Siento que tanto estímulo informativo, tanta imagen, tanta noticia, tanta narrativa, tanto Baradit y profe Maza (me caen bien los dos, en todo caso) están invadiendo aquel territorio imaginario en el que solíamos dejarnos caer para ir en busca de no sé, cualquier tontera, algún insumo literario que nos permita recuperar la fe.
Me doy cuenta también que igual se puede establecer una mirada contingente, o anti-contingente, si se quiere, desde lo marginal, el margen, no pobreza, margen, por fuera de esa oficialidad tan brutalmente centralista y soberbia.
Entonces, busco en Youtube, música de Ángelo Badalamenti, cierro los ojos e imagino aquel instante en que David Lynch, con su genio artístico, hace aparecer lo siniestro desde lo cotidiano y me estremezco. Siento el delgado caudal del río dopaminérgico que me recorre hasta pararme los pelos y coloco los dedos sobre el teclado. En una de esas, pienso, algo
sale. Luego me convenzo de lo poco importante que son estos estertores textuales, esta manía de escribir, incluso cuando se respira tanto vacío en el ambiente.
Me dieron un dato buenísimo. Comprar un bin de palta hass. Cuatrocientos kilos. Verdes, de buen calibre y buen precio para comerciante. En Nogales. Son las paltas de descarte, las que no se exportan a Estados Unidos, Japón, Argentina y varios países de Europa. Por ahí podría ir el negocio.
Lo otro que se podría hacer es echarse Mentolatum. Alivio temporal de la congestión nasal, picaduras de insectos, picazón manos partidas, ciertas irritaciones a la piel y refrescante después de afeitarse.

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