lunes, 18 de diciembre de 2017

Círculo en el sol

Chile... un país de acomplejados, aislados, confinados sobre una cornisa en el fin del mundo, que a punta de terremotos se hunde atraído por el magma del planeta, más acá de los testículos del perro, con un pueblo sin educación o con una educación mínimamente digna e igualitaria o víctima de una educación utilizada como una más de las herramientas de sometimiento y manipulación. Un país que no ha sido más que un largo y delgado pedazo de tierra, con sus habitantes como parte de ella, de propiedad de un puñado de familias que a modo monárquico se vale de su corte, en este caso el sistema político, mandatado para neutralizar cualquier atisbo de pensamiento crítico emancipador. Una sociedad manipulada sicológica y emocionalmente por la ordinariez culposa del arribismo aspiracional, resultante del neoliberalismo que impera sobre las conciencias y que le facilita todavía más las cosas a la aristocracia, que se esconde en sus castillos para jugar al póker de la especulación, que explota sin asco los recursos naturales y acumula sus lingotes de oro en bancos europeos.
Todo está perfectamente diseñado bajo la estafa paradigmática del orden republicano. Cualquier asomo de reivindicación social es satanizado por una batería de acciones propagandísticas validadas por la complicidad descarada de la concentración de los medios de comunicación de masas tradicionales y subsumida por una democracia artificial. Las familias aristocráticas dueñas de Chile se quedan tranquilas mientras se mantenga el supuesto orden republicano o estado de derecho, que no es otra cosa que una estructura legislativa que valida la estafa. Si la derecha llega al poder seguramente mejorarán las apuestas del póker especulativo. Si es la izquierda la que gana el ludo eleccionario habrá menos billetes en los cajeros. Pero la izquierda hace mucho rato que en Chile no existe y en la actualidad ha pasado de ser una piedra intelectual en el zapato aristocrático a un placebo político suministrado al pueblo.
Y si los esclavos osan llegar al poder y el asunto se les escapa en algo de las manos a los poderosos, será la fuerza militar la que se encargará de ordenar el gallinero. Echen una mirada a nuestra historia y se encontrarán con constantes cíclicas. Y recuerden que nuestros hombres valientes soldados han matado a más chilenos que a enemigos de sus guerras, sin considerar además el hecho de que esas guerras también han sido herramientas de la codicia aristocrática y que no necesariamente han representado el sentir de nuestros pueblos hermanos.

Chile es un país de esclavos bastardos de cerebros bien lavados. Un país ridículo, un laboratorio con conejillos de indias para experimentar sistemas de sometimiento cultural y económico y exportarlos a otros países tercermundistas donde también se les pueda sacar hasta la manteca sin que se den ni cuenta. Lo peor es que además nos creemos jaguares. ¿Qué nos querrá decir el cielo con ese círculo en el sol?

jueves, 25 de mayo de 2017

JUAN LUIS MARTÍNEZ O LA VERDADERA REALIDAD

¿Qué se esconderá tras la puesta en evidencia, por parte de Juan Luis Martínez, de una necesidad explícita de callar? Parece que ni lo uno ni lo otro tuvieran cabida en esta obra, “La Nueva Novela”, y la nada como masa endémica se instaura con soltura y transparencia, resistiendo toda clasificación, todo atisbo de reducción, de comprensión, de opresión.
Precisamente la obra de Martínez está sumida en un período histórico ligado a la represión, donde las instituciones controladas por el sistema instaurado como un nuevo orden, traen consigo el concepto de lo dominante, o el sentido único, influyendo notoriamente en el modo en que Martínez intenta vincular su texto con el contexto.
Y no sólo será Martínez el afectado, quizá sólo sea la punta del iceberg. Ya, Nicanor Parra, en su afán por revelarse frente a la poesía marginada de la realidad, se había preocupado de desmitificar al escritor en su calidad de profeta, de adivino, aquel hombre que guiado por señales originales anunciaría, predeciría algo, o quizá, más lejos aún, interpretaría los sueños plasmados en el alma del pueblo.
Ha quedado entonces en evidencia el hombre común y corriente, el escritor hombre, un ser con la capacidad de desarmar las fundaciones de un mosaico de artificios que soportan la desnudez aparente de una modernidad.
El escritor sigue siendo un creador, pero ya no en el sentido de “iluminado”, sino de un obrero del lenguaje. Ya no es la luz de la inspiración la que desde su siempre misterioso origen insta al escritor a manifestarse, simplemente el artista siente el deseo de escribir y lo hace, utilizando para ello el concepto del “reciclaje” de los materiales en una operación que lo devela como un voyerista.
Martínez mira la realidad, la toma, para luego expulsarla a manera de deshechos fragmentados. Es, sin duda, una reconstrucción, una re-situación, la que propone Martínez a través del tamiz de su nueva mirada.
Y vemos con asombro cómo aquella institución de la “profundidad poética” cae de bruces, rendida, frente a la burla, al gesto irónico de “La Nueva Novela”.
Estamos ya en el terreno de una literatura que pretende indagar en el estadio de las formas, vinculándose más directamente a las “maneras” de operar, a los medios de organización de los materiales, y dejando petrificada en el olvido a la poesía como amuleto, como fetiche.
Pareciera que Martínez quiere deconstruir la lógica occidental aparentemente moderna, en una búsqueda desenfrenada por aspirar, por asomarse a un trozo de realidad.
Y al destrozar el sentido tradicional pasa a situarse en los pantanos de la nada, y entonces crea la duda, la incertidumbre, al tiempo en que comienza a aparecer la parodia. Pero, quizá, Martínez se haya percatado de que también el sistema de parodiar se ha ido desdibujando; muchos son los autores parodiando, entonces Martínez hace uso de la parodia, pero en la forma de pastiche, que no es más que el uso de lo ya usado.
Entonces podríamos decir que “La Nueva Novela”, tiene ocupados varios modelos, varias estrategias. Se van uniendo pequeños fragmentos, piezas, módulos, sets, y se producen vacíos. 
Al abrir el libro “La Nueva Novela” se respira aquella tendencia al desquicio, al desmembramiento, pero al mismo tiempo, las constantes citas a través de la exposición de documentos bajo la apariencia de objetos artísticos aportan una nueva mirada de la literatura. Es un nuevo sistema con normas propias y con una original metodología para re-inventar la historia. En este sentido, Martínez parece augurar la ruina de la historia.
Y será esta idea de ruina la que permitirá la reconstrucción de las formas; será el desplome a retazos de la historia lo que podemos ver a través de estos “parches” de Martínez.
Martínez vacía el lenguaje y la cultura patrocinada por la institucionalidad oficial, dándose una suerte de fusión, de dependencia entre el lenguaje como material de trabajo y los hitos culturales que lo atraviesan.
En fin, parece que hemos ingresado al abismo, podemos oscilar entre lo real y lo irreal, lo conocido y el enigma, lo concreto y lo abstracto, el jardín y la ruina. “La Nueva Novela” nos permite comprobar que la poesía da un paso invisible, transparente, entre el ser y el no ser.
Y en una evidente postura de no desear existir, Juan Luis Martínez existió aún más, hasta nuestros días, y no se mudó de aquella selva de poesía emanada de un mundo que no es este mundo, es un mundo en construcción, que está asumiendo una responsabilidad frente al hombre. En otras palabras se podría hablar de una ética de la estética ligada siempre a la lucidez y rigor.
Cuando Martínez cita a Sotoba Komachi -con la frase “Nada es real” al inicio del libro- y luego cita a André Bretón -con la frase “Todo es real” al final del libro- nos está diciendo que la realidad es insuficiente, pero al mismo tiempo reconoce a la razón como una entidad reductora, castradora. Y es el lenguaje representado por los símbolos, las letras, el que entonces explota, y quedan indefensas todas aquellas estrategias, operaciones, sistemas que dominan al mundo monopolizando el sentido cultural.
Quizá por eso es que Martínez haya puesto en evidencia su reticencia a escribir, como protesta ante la indolencia de la razón y sus secuaces que han marginado a la poesía de la realidad, reduciéndola a la calidad de ornamento, accesorio improductivo. De ahí la rebeldía de Martínez, manifestada con ironía por cierto.
Y no es más que aquel anhelo de descubrir la verdad del hombre en el Universo la que mueve al poeta. En lo que para algunos en nuestros tiempos es el inconsciente, aquella zona del hombre que no está atrapada por la censura de la lógica occidental, Martínez vislumbra infinitas abstracciones simbólicas maravillosas, que se anteponen al finito, fastidioso y decrépito análisis de la razón.
(Ensayo escrito el año 2002)

lunes, 15 de mayo de 2017

MONGA Y EL CIRCO ROMANO


La televisión abierta chilena nos sigue dando manteca para batir la tarasca durante la odiosa semana hábil. Y cuando digo televisión abierta chilena hablo de una suerte de terminal donde decantan todos los casos que supuestamente remecen los cimientos valóricos de nuestra sociedad.
www.glamorama.cl
En menos de quince días las pantallas se han teñido con espectaculares femicidios, dantescos desbordes de represas, lagos y ríos, aludes de barro arrasando con todo, fuertes temblores y amenazas de terremotos y maremotos, balaceras a plena luz del día en zonas céntricas de Viña y Valpo, Karen Paola en pelotas circulando por internet, un partido socialista que terminó siendo un partido capitalista, Piñera imputado, carabineros robando, casi todos los canales transmitiendo en vivo la cara de una mujer a la que una bestia humana le sacó de cuajo los ojos, teleseries turcas, bombardeos de película y arreglines de bigote por aquí y por allá.
En medio de esta diarrea comunicacional surge entre carcajadas el caso Monga, que nos abre a la discusión filosófica sobre el humor y sus bemoles; pero también saca a la luz la polarización política guerrafrialística que de vez en cuando manifiesta su porfía por acá en el fin del mundo.
Y es un caso muy singular, porque el personaje Yerko Puchento se supone venía a instalar en la tele chilena esa suerte de anarquía posmodernista que avanza varios pasos por delante de la pomada valórica que los partidos políticos nos vendieron desde el triunfo del "No" en adelante. Más que hacer un humor crítico Yerko Puchento viene a constatar la semántica del webeo que pareciera sostener al país en estos tiempos de extrema incertidumbre. Nos invita a reírnos de lo inocentes, por no decir imbéciles, que hemos sido, ante el abuso y la perversión de los poderosos blindados por su corte de operarios políticos y rostros de televisión o payasos vendedores. La idea es reírnos de como nos cagan, engañan, estafan, de como explotan y roban nuestros recursos naturales, de como nos baipasean con el derecho a la educación gratuita y de calidad.
Y Yerko Puchento pasa de pronto de contarnos chistes de la estupidez de la farándula a hacerlo con la descarada corrupción política. Y allí sí que hay material pa'l webeo.
Es una mezcla rara. Un personaje sexualmente ambiguo, de aspecto cursi y frívolo, surgido en medio del magma farandulero criollo, de labia agresiva, popular, interpretado por un actor izquierdoso, libreteado por un guatón facho, director creativo del Canal Trece, bajo la tipificación de rutina humorística, stand up comedy o monólogo teatral para televisión.
El programa "estelar" se emite los días jueves y obviamente al día siguiente la estación del angelito se convierte en una oficina de reclamos. También lo hace el Consejo Nacional de Televisión y de vez en cuando algún juzgado civil; aunque poco y nada se sabe de sanciones concretas, salvo los diez palos a pagar para Sarita Vásquez.
Ahora la ex ministra Cecilia Pérez hizo pública su indignación porque la trataron de Monga. Quiere que suspendan una semana las transmisiones del Trece, que le corten la cabeza a Daniel Alcaíno y que le pongan en su cuenta corriente 671 millones de pesos para poder soportar el daño terrible de haber sido comparada con el personaje de Fantasilandia. ¿Y las siete lucas del papel confort?
Entonces asoman defensores y acusadores, se arma toletole, se habla hasta por los codos en los matinales sobre el asunto, discriminación, perspectiva de género, libertad de expresión, el rol del humor en estos tiempos, misoginia, homofobia, homocinética, homo sapiens, caniulefismo, primerplanismo, animalismo.
Yo diría que todo esto no es más que el inevitable instinto clasista del chileno, genuinamente manifestado a todo nivel. La aludida es de cabeza negra, bajo ningún punto de vista de raza blanca o europea, y con apellidos bastante corrientes o al menos de escaso linaje -Pérez Jara-, integrante de un conglomerado político que precisamente representa los intereses del sector económico más pudiente del país, la derecha, relacionado siempre a las tradicionales familias aristocráticas chilenas. Ha sido vilipendiada por un actor de origen humilde, un payaso, un hombre de izquierda, empleado en un canal de televisión de propiedad de uno de los dueños de Chile. Un roto con permiso de los patrones para subir al columpio a una momia morenita. Esto es un circo romano. Así somos, así es Chile, un país de títeres entrañablemente clasistas.

sábado, 28 de enero de 2017

Rollos


Negocio re-hediondo. Siete lucas por cabeza como la guinda de la torta, para compensar la estafa de haberle vendido -durante años, en colusión y con grosera usurería- el papel para limpiarse el poto a un país a punto de hundirse en el océano en el fin del mundo. Papel que, por cierto, producen con la madera de los árboles que plantaron indiscriminadamente en el territorio nacional, con capitales del Estado, o sea platita de todos los chilenos. No fue un arreglín de bigotes así no más; fue un fashion emergency de bigote, barba, cabellera y quizás que otros pelos más. Pinochet y los otros tres de la junta dictaron en octubre de 1974 el Decreto Ley 701, que subsidia en un 75 por ciento las plantaciones forestales de pino y eucaliptus. ¡75 por ciento! Y las empresas forestales que aprovecharon el regalito -que en muchos casos les significó hasta quedarse con plata directa en el bolsillo por el solo hecho de plantar- pertenecen a familias "nobles", de "elite", de gran "abolengo" y "confort".
El decreto de Pinochet va camino a cumplir medio siglo de vida a punta de prórrogas dictaminadas por los gobiernos del "duopolio" y en la práctica esto significa que se arrasó sin asco con el bosque nativo. Cuando no podían talar a la mala, se aplicaba incendio no más y así el suelo quedaba apto para plantar pinos y eucaliptus, árboles que no tienen la culpa de nada, pero que chupan más agua que camello con la caña y han llegado a constituir cerca del 90 por ciento de las plantaciones forestales existentes en este joven país llamado Chile. De paso, nos vinimos recién a enterar que el castor Forestín era del mundo privado, pero que administra recursos del Estado. Regaloncitos los tontos.
Y si nos ponemos cuáticos y aplicamos razonamiento "salfateano" podríamos en una de esas decir, rostro de madera, que "todo calza Pollo". Claro, porque si Trump sacó a Estados Unidos del TPP, dónde chuchas me meto los palos que les iba a vender, que no deben ser pocos que digamos. Pero no creo que se coludan en una cosa así, no, no creo, no. ¿Contratar pirómanos para iniciar incendios en distintos puntos del país casi al mismo tiempo? No creo, no. Seguro son las pavesas, las pavesas deben ser -pavesa: partecilla ligera que salta de una materia inflamada y acaba por convertirse en ceniza-. Porque no creo que quieran cobrar los seguros por pérdidas totales en incendio, ahora que se supone se van a quedar acachados con la madera; no creo, no; sería mussho.
Ahora, también es cierto que el clima está raro, se quema el sur y se inunda el norte, pleno verano, su buen hoyo en la capa de ozono, el termómetro marcando sobre 40 grados, la humedad bajo el 10 por ciento, sus buenos vientos, la tierra más seca que escupo de momia, el pasto amarillito y crujiente, llegar y encenderle un fosforito, cuatro aviones apaga incendio del Estado, uno en buen estado, dos en mal estado y otro en estado de mantención, muchísimos focos de fuego al mismo tiempo, organismos de emergencia más lentos que pichanga en la luna, una burocracia violentamente imbécil y un mediático water volador que tira dos veces al día un escupo sobre una plancha caliente, que lo mandó desde muy lejos una jovencita de buen corazón que resultó ser la hija de un miembro de la Dina -Dina: tortura, exterminio, muerte- y abogado de Cema Chile -Cema Chile: Lucía Hiriart, viuda de Pinochet, millonario fraude a Chilito-.
Con las siete lucas por cabeza de la compensación por la colusión del Tissue alcanza para comprar unos 12 rollos de papel higiénico de 50 metros. La compensación total alcanza los 150 millones de dólares. Quizá esa platita podría ir en ayuda de los damnificados por los incendios, muchísimas familias de compatriotas que lo perdieron todo; total ni siquiera sabíamos que nos estaban cagando con el papel confort. Ahora todas las esperanzas en el avión ruso. Vamos que se puede.

sábado, 21 de enero de 2017

Chile se quema

www.wkndheroes.com/

Se incendia Chile. Se incendia el país de los acomplejados, la cornisa insignificante en el fin del mundo. Se quema todo lo que parezca suelo para proyecto inmobiliario con áreas verdes incluidas. Conejos aterrados arrancan como pequeñas bolas de fuego en distintas direcciones. Mueren calcinados como chispas incandescentes. Terminan como cenizas decorando la vastedad infernal, junto a las casas quemadas, hogares carbonizados, historias al rojo vivo, bajo inmensas columnas de humo que avanzan por el cielo abierto y democrático, ultrajado por el hollín corrupto, la huella de carbono que nos afiebra y las pavesas incandescentes que transportan la muerte.
La humareda nos enceguece. No vemos más allá de nuestras narices que apenas captan el oxígeno sobreviviente. Somos una filial del infierno. Era cuestión de esperar. Con algo había que esconder la política delictual que le cubre las espaldas a la aristocracia en una sociedad profundamente cobarde, moldeable, manipulable, vulnerable y conchesumadre.
Los pirómanos del poder atacan otra vez. Con el fuego quieren rostizar nuestra memoria. En una gran olla sobre la lumbre están cocinando la verdadera historia. Nos tapan el sol con la fumarola de la incertidumbre para tiznarnos de mentiras, asfixiarnos con las deudas y estafarnos día a día.
Chile se quema vivo, su dignidad se evapora como un escupo sobre una plancha caliente. Arde la Guerra de Arauco, arden como piras humanas los presos de la cárcel de San Miguel, los pescadores queman sus botes en protestas por el hambre, los milicos queman libros como si así acallaran la palabra, vuelan las bombas molotov sobre los cascos policiales, los discriminados encienden neumáticos en las grandes alamedas, los dueños de los pozos petroleros temen lo peor y las viejas cuicas se broncean en la playa de Cachagua, bombardean La Moneda los traicioneros y la república se dora como un malvavisco en la fogata, miles de hectáreas incendiadas de la noche a la mañana y ya no sabemos si amaneció nublado o estamos bajo la tóxica fumarada o si somos realmente un país o una enorme barricada.

domingo, 12 de junio de 2016

CARTA DE AJUSTE: Matinales

Foto: www.emol.cl
Confieso que por las mañanas sintonizo a veces alguno de los programas matinales de la televisión abierta chilena. Veo con estupor la decadencia del mensaje, la ignominiosa filosofía comunicacional de estos híbridos programas televisivos que cuelan el barro apestoso del materialismo, como si fuesen los lavaderos del dinero obtenido por la aristocracia criolla como resultado de la manipulación sicológica de las audiencias. Esa es la transa.
Me expongo un par de horas diarias a estos espacios mediáticos y la primera variable a la vista es la colusión de contenidos. Sin ningún pudor cada canal de televisión chilena desarrolla la misma fórmula de producción. Básicamente un panel de conversación con un par de conductores que además son los rostros de las campañas publicitarias del retail, un periodista semi formal, un abogado, un meteorólogo, un comentarista de farándula, un cocinero, un astrólogo y un par de noteros histéricos. Se repite el mismo modelo de lunes a viernes, todas las semanas, todos los meses y desde hace muchos años.
Y seamos sensatos. Son programas televisivos de baja categoría, fomes, descaradamente caros, cada vez más falsos y artificiales, pobres de arte, no reflejan la identidad chilena, alimentan prejuicios indignantes, sobrevaloran temas que no merecen ser tratados con tales medios de producción, desperdiciando toda esa técnica y medios artísticos, que perfectamente podrían estar al servicio del desarrollo cultural del país y no desperdiciarse en un circo con tan pocos talentos. Son cientos de millones de pesos los que mensualmente facturan los rostros de matinal. Lo que quiero decir es que se trata de un grupo de personas que se cagan de la risa de su pueblo; una organización que da vida a un mercado de intangibles huecos, carentes de sustancia ética. Una cáfila de payasos, vendedores de electrodomésticos, comida y ropa con mejores sueldos que incluso los senadores -incluida dieta-, que se pasan por la raja la responsabilidad moral inherente a este medio de comunicación con tal grado de influencia en la sociedad y que además suelen jactarse de sus éxitos económicos y presumir ciertos cánones de belleza, los que también son inescrupulosamente manipulados.
Es peligroso el asunto, teniendo en consideración la cantidad de horas de señal abierta televisiva con que cuentan estos agentes de marketing, los elevados niveles de audiencia y la efectividad de la televisión como medio inmerso dentro del hogar.
Me he fijado, mientras miro alguno de los matinales, en que muchas veces los conductores parecieran estar vacíos de ideas, cansados, con las mandíbulas adoloridas de tanta risa falsa, prostituidos a tal punto por el dinero, que da la impresión que se les acabara el aire. Es como la sensación de vacío, la muerte, pero todos los días. Deben levantarse muy temprano, para estar frescos, lozanos, siempre con alegría, transmitiendo sin asco una felicidad cosmética y con un artificial interés en los temas que abordan, aunque honestamente no les importe nada más que el rating. Un triste espectáculo del que todos deberíamos avergonzarnos. Venta asquerosa de pomada, gente que se ríe en la cara del público, ordinarios con ropa cara, hipócritas.

viernes, 15 de mayo de 2015

Dispara usted o disparo yo

Yo ya no sé qué es peor: si el fascismo doctrinario, de Estado, mafioso, sistemático, transnacional, invasor e imperialista, que ha sabido mantenerse en el círculo hegemónico mundial, con sus caretas de falsa prosperidad y sus groseros esquemas de manipulación sicológica, aplicados sin asco en contra de la humanidad, con su especulativa arrogancia bancaria, su asquerosa contaminación ambiental y su descarada delincuencia oficial, corrupta y cobarde. O el fascismo ordinario, ese fascismo corriente, esa rotería chilena arribista, ridícula y peligrosa, que crece en las vulnerables almas de quienes no tienen y seguramente nunca tendrán acceso alguno a esas colosales e indescifrables riquezas de los dueños del mundo.

Las viejas huecas, cuicas, clasistas, ignorantes y prostitutas encubiertas son capaces de humillarse hasta la pérdida absoluta de la nobleza por un fajo de billetes y seguramente ahora celebran con cursilerías castrenses la actitud homicida del joven porteño que desencadenó una nueva crisis moral sobre las ya existentes en este joven país llamado Chile. Bebiendo alguna infusión importada y jugando canasta, deben intentar reflexionar sobre el fatal episodio ocurrido durante la movilización social en Valparaíso. Imagino que justifican la desproporcionada e irremediable medida de matar, sólo porque quienes serían luego las víctimas fatales habrían irrumpido en el bien jurídico de la propiedad privada de quien sería luego el victimario. Se supone que fueron ultimados a balazos porque colgaban allí un lienzo alusivo a una reivindicación social.

Y ahora están muertos. Ahora sus padres lloran desconsolados y en medio de los sollozos intentan explicarse los hechos. Eran dirigentes comunistas, trascendió. ¿Los mataron por ser comunistas? ¿Los mataron porque protestaban? ¿Los mataron porque hicieron uso del derecho constitucional de la libertad de expresión? ¿Los mataron por exigir el derecho a la educación gratuita y de calidad?
El fascismo ordinario parece avanzar exponencialmente en nuestra sociedad y así como el joven asesino porteño, muchos otros asumen como propia esa violenta ideología profundamente perniciosa. Yo creo que no es más que un reflejo condicionado, igual como reaccionaría un animal amaestrado.

¿Cómo una sociedad puede engendrar tal anomalía? ¿Cómo es posible que la mente de un joven de 22 años incube una moral capaz de contener la decisión de quitarle la vida a balazos, o como sea, a dos de sus pares?

Las noticias vuelan y casi como el eco inmediato de la muerte, resuenan al unísono esos añejos vítores de la política partidista, a todas luces fracasada y desprestigiada. Algunos llaman a vengar las muertes de estas nuevas víctimas del lumpen capitalista e intentan polarizar este momento. Como fantasmas aparecen los dos grandes bloques ideológicos de una guerra fría penosamente extinguida en la falsa libertad, en el libre mercado.

Lo que era una gran movilización de diversos sectores de nuestra sociedad, quizá la más prudente de las fórmulas de intentar derrocar a los hampones de la política, se ve violentada de un momento a otro desde dentro y ya no por las fuerzas policiales, acusadas hasta el cansancio de actuar al margen de la Constitución y de resguardar más los intereses del puñado de familias o grupos económicos que se reparten la torta de este país acomplejado y violado.

El acusado de este horrendo crimen es un fascista ordinario, un delincuente de baja estofa; un desgraciado adolescente, fiel servidor de una especie de nebulosa de poder, a la que nunca podrá acceder. Un joven que mantenía en su poder cinco millones de pesos en dinero efectivo -al menos eso comentaba un periodista del diario El Mercurio de Valparaíso-, sospechosa cifra de billetes, una pistola nueve milímetros con municiones y un perfil de la red social Facebook, a través del cual se jacta de su torcida visión de la vida, cómo si no tuviera cuidado alguno en anunciar sus crímenes o publicar sin tapujos su sentimiento de odio frente a quienes luchan contra la corriente por hacer valer sus derechos humanos esenciales.

El fascismo asesino permanece latente en la leche de las tetas que maman los payasos de la televisión abierta, los diputados puteros-coqueros, los senadores ladrones, los periodistas chupapico, los policías coimeros, los sacerdotes pedófilos, los empresarios de cuarto enjuague y los comerciantes con olor a monedas manoseadas.

De los senos del sitiado Estado, los fascistas extraen los nutrientes que aparentemente los alimentan de poder, pero que los terminan convirtiendo en títeres que se ubican en la zona más baja de la cadena de estatus social, por la que precisamente mide su valor identitario el fascista ordinario.

Rebrotarán por algunas semanas y desde la inercia todos los ismos con sed de lucha social y se trazarán en el aire los argumentos que intenten explicar el doble crimen perpetrado por un adolescente catalogado como un nazi porteño, un engendro seudopolítico, un fascista ordinario, un delincuente que termina prestando gran utilidad a la aristomafia.
La justicia se queda corta. Gana otra vez la maldad, la muerte, el miedo y la venganza.

Me acordé del viejo cabezón que animaba el programa de televisión Sábados Gigantes. Don Francisco. Pistola en mano, instaba al concursante, también premunido de un arma de fuego, a decidir quién dispara para desafiar al destino. "Dispara usted o disparo yo". Esa es la frase que había que responder para optar a ganar el automóvil cero kilómetro. Intentaré olvidar el caso de los dos jóvenes que fueron ultimados a balazos en Valparaíso el jueves 14 de mayo de 2015, en medio de una protesta precisamente en contra del fascismo que mal gobierna, que mata, endeuda y contamina. Dispara usted o disparo yo. Yo ya no sé lo que es peor.