Chile... un
país de acomplejados, aislados, confinados sobre una cornisa en el fin del
mundo, que a punta de terremotos se hunde atraído por el magma del planeta, más
acá de los testículos del perro, con un pueblo sin educación o con una
educación mínimamente digna e igualitaria o víctima de una educación utilizada
como una más de las herramientas de sometimiento y manipulación. Un país que no
ha sido más que un largo y delgado pedazo de tierra, con sus habitantes como
parte de ella, de propiedad de un puñado de familias que a modo monárquico se
vale de su corte, en este caso el sistema político, mandatado para neutralizar
cualquier atisbo de pensamiento crítico emancipador. Una sociedad manipulada sicológica
y emocionalmente por la ordinariez culposa del arribismo aspiracional, resultante
del neoliberalismo que impera sobre las conciencias y que le facilita todavía
más las cosas a la aristocracia, que se esconde en sus castillos para jugar al
póker de la especulación, que explota sin asco los recursos naturales y acumula
sus lingotes de oro en bancos europeos.
Todo está
perfectamente diseñado bajo la estafa paradigmática del orden republicano.
Cualquier asomo de reivindicación social es satanizado por una batería de
acciones propagandísticas validadas por la complicidad descarada de la
concentración de los medios de comunicación de masas tradicionales y subsumida
por una democracia artificial. Las familias aristocráticas dueñas de Chile se
quedan tranquilas mientras se mantenga el supuesto orden republicano o estado
de derecho, que no es otra cosa que una estructura legislativa que valida la
estafa. Si la derecha llega al poder seguramente mejorarán las apuestas del póker
especulativo. Si es la izquierda la que gana el ludo eleccionario habrá menos
billetes en los cajeros. Pero la izquierda hace mucho rato que en Chile no existe
y en la actualidad ha pasado de ser una piedra intelectual en el zapato aristocrático
a un placebo político suministrado al pueblo.
Y si los
esclavos osan llegar al poder y el asunto se les escapa en algo de las manos a
los poderosos, será la fuerza militar la que se encargará de ordenar el
gallinero. Echen una mirada a nuestra historia y se encontrarán con constantes
cíclicas. Y recuerden que nuestros hombres valientes soldados han matado a más
chilenos que a enemigos de sus guerras, sin considerar además el hecho de que
esas guerras también han sido herramientas de la codicia aristocrática y que no
necesariamente han representado el sentir de nuestros pueblos hermanos.
Chile es un
país de esclavos bastardos de cerebros bien lavados. Un país ridículo, un
laboratorio con conejillos de indias para experimentar sistemas de sometimiento
cultural y económico y exportarlos a otros países tercermundistas donde también
se les pueda sacar hasta la manteca sin que se den ni cuenta. Lo peor es que
además nos creemos jaguares. ¿Qué nos querrá decir el cielo con ese círculo en
el sol?